Son muchas las mujeres en todo el mundo que, probablemente aconsejadas por madres y abuelas, aplican hojas de col (siempre limpias y frías) en sus pechos. ¿Por qué lo hacen?
Cuando no existían cosméticos de última generación, tratamientos hormonales y otros avances científicos y estéticos, las mujeres recurrían a los remedios naturales para hacer frente a todo tipo de molestias físicas. Tan útiles han resultado todos estos remedios que, en muchas ocasiones, las propias firmas de cosmética los incorporan a su composición, y son muchas las mujeres que los siguen utilizando en su día a día. Desde la onagra para aliviar el síndrome premenstrual, al hipérico para mejorar la depresión leve, la tila para relajarnos o el hinojo para mejorar digestiones pesadas.
En esta liga juega la col, una verdura, por otra parte, muy recomendable gracias a sus numerosas propiedades nutricionales. Es muy baja en calorías, contiene mucha agua, vitaminas A, C, E y B, y minerales como potasio, calcio y azufre, entre otros. Es un alimento imprescindible en la dieta, puesto que además es sumamente versátil y puede cocinarse de las más diversas maneras: al vapor, en ensalada, al wok, en sopa, salteada… ¡incluso en batidos!
Además de todo esto, la col es una gran aliada para combatir la inflamación mamaria, de manera que colocar una buena hoja de col en cada pecho, bajo el sujetador, durante un rato, suele ser mano de santo para muchísimas mujeres. Pese a que este truco se recomienda sobre todo a mujeres lactantes, para combatir las molestias de las subidas de leche sobre todo en las primeras semanas, hasta que la lactancia se regulariza, lo cierto es que puede servir para cualquier tipo de inflamación mamaria: también para aquellas mujeres que presentan dolor de pechos durante los días previos a la menstruación.
¿A qué se debe este efecto supuestamente milagroso de la col?
Todo indica que si se aplica la hoja de col, siempre limpia y seca, sobre el seno después de haberla dejado al menos una hora en la nevera, esta actúa como compresa fría durante unos 20 minutos, cosa que puede ayudar a reducir la congestión mamaria y aliviar las molestias. Eso sí, una vez la col se calienta y se adapta a temperatura ambiente conviene utilizar una nueva hoja, ya que perderá sus propiedades antiinflamatorias.
Pese a que no existe evidencia científica que avale esta práctica, lo cierto es que muchas mujeres en todo el mundo aseguran que sus pechos se calman cuando emplean hojas de col para reducir la inflamación mamaria. Es importante recordar que lo mejor es no abusar de este método, puesto que el frío puede contraer los conductos mamarios y, por tanto, hacer que la leche fluya peor. Así pues, lo ideal es utilizarla puntualmente entre toma y toma y dejar de emplearla mientras el bebé está mamando. Otro aspecto importante es dejar el pezón siempre al aire, puesto que la aplicación de hojas de col frías podría causar dolor, en este caso debido a la falta de irrigación sanguínea.
Aunque la aplicación de hojas de col está indicada sobre todo cuando se está amamantando, también hay muchas mujeres que la utilizan durante los días previos a la menstruación, cuando los pechos están inflamados y molestos.
Los masajes en la zona de la areola también resultan útiles para aliviar la inflamación mamaria durante la lactancia. Se conocen como “presión inversa suavizante” y consisten en masajear desde el pezón hacia las costillas con el objetivo de descongestionar la zona y favorecer la salida de la leche cuando el bebé mame.
Pese a todos estos trucos caseros, siguen siendo muchas las mujeres que lo pasan mal durante la lactancia, y que incluso se sienten culpables por no poder disfrutar de un momento que en su imaginación debería ser casi de comunión con su bebé.
Es importante erradicar ese sentimiento de culpa y aceptar que cada lactancia es un mundo y que a veces las cosas no salen como esperamos, ya que mientras para muchas mujeres la lactancia es coser y cantar en todos los aspectos para otras supone numerosos problemas. Una buena opción si deseamos continuar con ella es ponernos en contacto con algún grupo asesor, que nos puede aconsejar sobre trucos y posturas para que la lactancia sea más sencilla. Si la inflamación persiste y resulta muy molesta, lo mejor es acudir con el médico, pues determinados medicamentos pueden aliviar los síntomas y son compatibles con la lactancia.